La entrada en vigencia de la Ley de Apoyo Humanitario para combatir la crisis sanitaria derivada del covid-19 trajo consigo, una vez más, el acalorado debate respecto a si las normas de flexibilización laboral se traducen en desventajas significativas a los trabajadores que deriven en desmotivación y afecten su desempeño. La repuesta a este debate trasciende las barreras jurídicas y se alinea a conceptos más profundos que parten del liderazgo que ejerce el empleador.
Si bien tener normas menos rígidas de contratación y menos casos donde se debe indemnizar a un trabajador al término de la relación laboral, pueden hacerle sentir a éste inseguridad o inestabilidad, cualquier empleado en manos de un buen líder, puede dejar atrás cualquier duda que le genere su situación contractual. Es así, que la motivación laboral se convierte en la respuesta al debate planteado. Con o sin flexibilización laboral pueden haber trabajadores motivados o desmotivados, que se sientan bien o mal en su trabajo, por lo cual el verdadero problema no está en las normas legales que regulan las relaciones laborales, sino en la oportunidad -y tal vez suerte- que cada trabajador puede encontrar al estar bajo la guía y dirección del líder adecuado.
Por lo tanto, a nivel organizacional, la solución se reduce a la adecuada selección y capacitación de los líderes, así como a los programas de entrenamiento al personal para dotarles de las herramientas necesarias para que puedan desarrollar su propio liderazgo.
Trabajadores felices crean buenos productos, brindan buenos servicios y mantienen felices a los clientes, por lo cual la motivación se convierte en una cadena de valor que
se trasmite entre todos quienes son parte del proceso productivo, sean clientes, proveedores o aliados. De igual manera, tener trabajadores motivados se traduce en
mejor atención al cliente, calidad en los productos o servicios que se brindan y, consecuentemente, incremento en las ventas y en los ingresos.
Dado que los líderes suelen ser evaluados por los resultados que alcanzan y sus métodos son juzgados y observados de forma permanente, muchos de estos descuidan -de forma involuntaria en muchos casos- el motor más importante que tiene todo negocio o empresa: sus trabajadores. Para empezar, es trascendental trasmitir a los colaboradores
los valores, principios y objetivos de la organización. Sin una comunicación adecuada es poco probable que un empleado pueda comenzar a sentirse parte de la empresa.
El líder debe confluir sus habilidades con los lineamientos generales de la organización, pero sobre todo con sus miembros, sabiendo valorar individualmente las habilidades de
cada uno de ellos a fin de fomentarlas, así como saber identificar las debilidades individuales, para con respeto, paciencia e inteligencia, enseñar de forma proactiva y
positiva, de tal manera que este proceso jamás se convierta en algo desmotivante para el trabajador y que, por el contrario, refleje un aprendizaje y enseñanza que lo haga
sentirse parte y lo invite a continuar creciendo en su trabajo y enriqueciendo sus conocimientos.
El “sentirse parte de” es el secreto de la motivación laboral. Atrás quedó el discurso caduco de “ponerse la camiseta”, porque no se trata de hacerlo por obligación, sino de,
a través del liderazgo adecuado y la correcta selección de personal, ganarse la voluntad de los colaboradores, quienes poco a poco van a sentirse parte de los éxitos y los
fracasos de la organización. Y, como a nadie le gusta fracasar, el simple hecho de sentirse positivamente parte importante es la garantía de que el desempeño será
siempre óptimo para alcanzar las metas de la organización. El reconocimiento público a
los méritos y las recompensas económicas son parte importante de mantener la motivación laboral. El verdadero líder comparte el éxito de los aciertos y soporta la carga de los desaciertos, asumiendo la responsabilidad de éstos.
En palabras de Griffin, Phillpis, & Gully:
“Como proceso, el liderazgo se refiere al uso de la influencia no coercitiva para dirigir y coordinar las actividades de los integrantes de un grupo para alcanzar una meta. Como atributo personal, el liderazgo consiste en un conjunto de características atribuidas a aquellas personas que utilizan esta influencia de forma exitosa (Griffin, Phillpis, & Gully, 2017, pág. 406).
El líder eficaz debe ser parte del cambio y saber mirar oportunidades y desafíos en cada problema u obstáculo que pueda presentarse, y así aprovechar realmente estos cambios como un medio de crecimiento en lugar de una barrera para el alcance de las metas previamente establecidas. Lo único constante es el cambio, por lo cual estas características son fundamentales para lograr un liderazgo eficaz.
Un líder eficaz debe tener una conciencia personal y situacional desarrollada, acompañada de una capacidad de autoanálisis, siendo consciente siempre de sus acciones y las causas de estas, así como de la aceptación o rechazo de las mismas por parte del grupo, y nunca dejando de analizar los cambios en su accionar a lo largo del tiempo.
Es por esto por lo que este Día del Trabajo se debe tomar como punto de partida para pensar más en los colaboradores, buscar generar niveles altos de satisfacción y felicidad y fomentar una cultura organizacional que busque la autorrealización de los mismos, donde la comunicación que ejerzan los líderes refuerce positivamente los valores de la empresa y la importancia de sus empleados como parte vital de la misma.
Por: David Crespo Crespo